Agachar la mirada y acariciar los ojos en la tierra descalza
y con la desnudez del alma, es signo de que estamos dispuestos a caminar
con nuestra dignidad abiertos al sentir
incondicional para no despistarnos del aprendizaje del sendero. Si separamos el trigo de la paja, saltaremos las piedras sin prisa y sin pausa, con el
rostro lleno de sencillez descubriremos nuestras moradas en el reflejo de los
oasis transitados que como espejo, nos muestra la imagen curtida por el
aprendizaje y la erosión del viento al acariciar nuestra alma y llenarla de
sabiduría tras la quietud conquistada desde la serenidad del trayecto.
Conquistar nuestra realidad es cuestión de abrir las
alas y como la simbiosis de la mariposa dejar que el proceso lleve su cauce de
manera natural. Lo único que nos bloquea en parte del mismo es el miedo pero una vez dejado atrás, nada ni
nadie nos impide alcanzar la cima de lo deseado y buscado con tanto tesón.
“Somos esas huellas dibujadas en la mano de la vida y
los pasos son la enseñanza en la misma”.
IAM ©
Fotografía: de la red.