En el camino una rosa entre las tablas que separan
ese piso firme. Sus pétalos quedaron en el meridiano de las mismas regando la
fragancia de su presencia a la mirada observadora del transeúnte de aquella
casa olvidada en medio del campo. La relación entre las mismas se mantenía en
la distancia y el tiempo como un espejo antiguo lleno de polvo y telarañas pero
en el semejante se mantenía la misma imagen de toda la vida peinada por la
sonrisa de felicidad del paso de los años. Todo era confuso y nítido en la idéntica
imagen en el espejo de la existencia, en
el propio lugar donde la vida había dejado el recuerdo del aroma en el salón de
la casa a la espera de que la rosa fuera esa señal de ser pétalo en el recuerdo
derivado de un recuerdo soñado en la apertura de la perspectiva.
© : Irma Ariola Medina
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