La miré a los ojos y le hice el amor, la desnudé con la dulzura de un beso sellado entre las musas del encuentro. La abracé pegada a mí, le acaricié su preciosa melena y nos fundimos en un mismo latido durante un rato. Éramos el universo girando en plenitud mientras, las estrellas aplaudían los destellos de nuestros corazones encendidos con la antorcha de la llama Divina. Éramos sirenas en la arena de la playa y el sol nos acariciaba la piel cuando nos acariciábamos el alma.
Fuimos apertura fugaz, la espuma de las olas nos rozaba con suavidad.
Irma Ariola Medina ©
Foto: Google
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