Amo ciega en la secuencia de la vida,
recito en la escala de las cuerdas
de tu guitarra,
toco todas, rozo tus trastes,
en la locura que fue ávido placer
saborearlas,
entre sábanas empapadas con mi
instrumento.
Salto con mi pecho acelerado
hasta tu infinito centro,
enlazo tus suaves piernas,
enciendes mi volcán en erupción
mientras el valle me abrasa,
náufraga en la cama entre descargas,
me sostienes hiperestésica
hasta llegar a la melodía.
Me transporto al umbral de éxtasis,
todo lo mio te lo entrego, sin
límites,
viajo en el silencio en la
frecuencia del delirio.
Tu aventura, tenerme
mi dicha, sentirte,
juntas bebiendo la droga de la
química.
Cierro las ventanas de la ceguera,
me callo, te espero
hasta poder ver la claridad
de tu belleza inmortal.
Mujer llena de desenfreno,
eres como una hoguera
y nos quemamos entre las llamas
transformadas en leña viva.
Medito el placer que te doy,
el que me das en tu sabia juventud,
en mi primavera sexual.
Entre sudores vibran nuestras
piernas,
siento tu lengua resbalando mis
entrañas,
mis uñas acarician tu espalda
y este cuerpo queda lleno de
recuerdos
en el espejo de la pasión de tu indomable
desenfreno.
© Irma Ariola Medina Cuevas.
Del poemario inédito: Naufraga en tu piel
Del poemario inédito: Naufraga en tu piel
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