No quiero hojas secas en mi árbol
dejo que la suave brisa las arranque
con la delicadeza de llevarla a su destino
sin mirar atrás, aguantan las firmes fieles.
En la tierra
quedan revueltas por el tiempo
quedarán emancipadas en el olvido,
nunca una flor seca desprende aroma
sólo el recuerdo de lo vivido.
Más de éstos no se viven,
suelta las ramas de tu árbol a la vida
siente el viento renovar tus fuerzas
acariciar cada una de ellas
permanecer
firme en sus raíces
con la llegada de la primavera.
© Irma Ariola Medina Cuevas
¡lindo poema y razonable filosofía, Irma!
ResponderEliminarGracias Félix.
EliminarUn abrazo.