Entre tu piel y la
mía: un instante,
un soplo de vida en
el desierto,
un vago recuerdo
difuminado
un deseado oasis tras
el largo baldío,
una pena transmutada
al viento.
Entre tu piel y la mía,
una dulzura aprendida
en mi sonrisa,
un anhelado susurro,
un beso sellado en mi
cuello, eres la
puerta de entrada al
firmamento.
Entre tu piel y la mía,
un abrazo eterno
fundido en la nada,
versatilidad cuántica
en la sabia del ser
y el apocalipsis es
el crespón de la noche, tu eres
el dolor de mi alma partida.
Entre tu piel y la
mía,
corazón arrancado al
vacío,
lágrimas recorren mis mejillas,
que fueron secadas al
sol,
donde se oculta el
odio.
Se perdieron en mi
mente.
Entre tu piel y la
mía,
renace mi sonrisa en
este santiamén,
en la perífrasis
acoplada en mi verso
en el refrán
aprendido en mi letanía,
en la mentira tragada a sorbos
en el llanto sin
consuelo alguno.
Entonces,
camino firme en mi batalla,
ignoro tu llamada en
las sombras
peregrina de paso en
la desidia,
y romper el corazón;
esa tarea fácil
enmendarla es
indemnizar la síntesis,
y recomponer el
suplicio bebido,
a sorbos sin medida
en la copa
y vacía por el desamor,
llena por el dolor
desbordada en la
lejanía,
y descolgada en la
escalada mientras,
presumes de amar en
la vida.
Entre tu piel y la mía,
una suave despedida:
adiós.
© : Irma Ariola Medina
Óleo: Emilio Moreno.
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